Recuerdo con 11 años estar encerrado en mi habitación, bajaba el volumen de la televisión, pensando que nadie me escuchaba, y empezaba a dar voces como un loco, poniéndome en la piel del narrador, respondiéndome a mí mismo como analista del partido. Mis vecinos de los pisos inferiores tenían que mandarme a callar porque les estaba fastidiando la hora de la siesta.
17 años más tarde me encuentro haciendo lo que un día soñaba desde mi habitación en Santa Cruz de Tenerife. La vorágine del día a día de la comunicación es algo para lo que no existe un manual de instrucciones: lo amas o lo odias.
Desde hace más de dos años pertenezco al equipo de Live Vuvuzela y he tenido el privilegio de transmitir decenas de disciplinas deportivas: fútbol, fútbol sala, baloncesto, baloncesto en silla de ruedas, balonmano, voleibol, natación, halterofilia, rugby en silla de ruedas, billar, tenis de mesa, petanca, escalada, gimnasia rítmica… pido disculpas de antemano porque seguro que me dejo alguna por el camino. No obstante, me gustaría resaltar que en todas y cada una he aprendido, disfrutado y conocido a gente que me ha hecho mejor periodista e incluso mejor persona.
Una narración siempre puede tener errores, yo tengo muchos, pero lo que jamás puede faltar es la PASIÓN. Eso es lo que nos mueve a los comunicadores. Un compañero de profesión me dijo algo que se me ha quedado grabado a fuego: “Adri, cuando estés haciendo algo, lo que sea, tienes que notar mariposas en el estómago, que se te mueva algo por dentro”.
Eso es lo que siento cuando narro, cuando presento, cuando transmito… una especie de cosquilleo en la nuca, unido a ese movimiento difícil de describir en el estómago, que no quiero dejar de notar jamás.
Les espero en mi TIEMPO EXTRA una vez a la semana. Y a todos mis compañeros por sus respectivas islas de opinión. Prometemos variedad en los temas.
¡Dale al play y disfruta con nosotros!
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